No pude terminar aquel libro tan interesante. Había soñado toda la noche con la lucha entre el príncipe Juan y el dragón que hacía imposible el rescate de la bellísima princesa Leila. Y me moría de ganas por saber cuál era el final de esa apasionante historia.
De modo que metí el libro en la mochila con la intención de leer el último capítulo en el Colegio.
Por fín sonó el timbre anunciando el recreo. Cogí mi querido libro y salí corriendo en dirección al banco del patio. Tal era mi emoción que no me di cuenta de que llevaba los cordones desatados. Me los pisé, tropecé y caí al suelo. El libro fue a parar a un charco embarrado. No pude terminar aquel libro tan interesante.
De esa manera aprendí que debemos llevar siempre los cordones bien atados.
Autor: Alberto Rivera Hurtado.
Frase de inicio para el relato corto de la 5ª semana:
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